Por: Shirley Rosario
Cuando la tormenta llega, muchos de nosotros no estamos preparados. Y lastimosamente nos mojamos si no tenemos una sombrilla. Hoy no estoy simplemente hablando de tormentas de agua, sino también de todas aquellas cosas que pasan en nuestras vidas, trayendo cambios inesperados. Que muchas veces no sabemos cómo manejar situaciones adversas y creemos que tenemos la capacidad intelectual para resolver todo con nuestras fuerzas y nos olvidamos de la dependencia de Dios en nuestras vidas. Es importante que recordemos que cuando estos tiempos lleguen debemos de activar nuestra fe y depender de Dios y no en nuestro propio conocimiento.
Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo. John 16:33 (RV1960)
Cuando estos tiempos de incertidumbre y aflicciones lleguen, el enemigo guerra quitarnos la paz que Jesús ya nos dejó. Jesús ya venció y tenemos que estar confiados de él no va a poder llenar nuestras mentes de pensamientos negativos que afectan nuestro diario vivir.
Reflexionando acerca de todo lo que nos trajo el año 2020, siento que a muchos de nosotros nos faltó estar preparado. Nuestras mentes se dejaron influenciar por lo que las noticias nos decían, o por los comentarios negativos que otras personas hacían en las redes sociales. No confiamos en la palabra de Dios cuando nos dice en este mundo tendremos aflicciones, momentos difíciles, momentos de tragedia, etc. Pero tenemos que ver el lado positivo en todo momento y confiar que Dios nos va a ayudar a sobrepasar todos estos momentos de tormentas temporarias. Tenemos que escuchar las buenas noticias de que Dios está siempre allí en cada tormenta de nuestras vidas.
Por lo tanto, ¡protéjanse con la armadura completa! Así, cuando llegue el día malo, podrán resistir los ataques del enemigo y se mantendrán firmes hasta el fin. Efesios 6:13 (TLA)
¿Como prepararnos para esos días malos, tormentas en nuestras vidas o protegernos de las luchas espirituales? La palabra de Dios es clara cuando Pablo escribe en esta epístola de Efesios, nuestras luchas no son humanas, pero si espirituales. A quien debemos derrotar es a el enemigo, quien quiere que dudemos de nuestra fe y no creamos que Jesús venció en la cruz. Cuando estamos fuertes en nuestra fe, y llegue esos momentos de tormentas en nuestras vidas podemos estar confiados de que Dios estará allí. Y que también nos ayudara a permanecer firmes hasta que esta tormenta en nuestra vida pare, pase o llegue hasta al fin.
Cuando empezó el mes de marzo, empezamos a escuchar acerca de un virus que estaba amenazando mundialmente a los seres humanos. Noticias internacionales alarmantes, llegaron a nuestro país con números increíbles de muertos y un virus propagándose de una manera asombrosa. Los mensajes en las redes sociales constantemente eran “Quédate en casa” y muchos cambiaron a un nuevo estilo de vida familiar, trabajo, escuela y espiritual. Esta fue una tormenta en la vida de muchos, y puedo ser sincera, yo me alarme y preste oído y me desenfoque de la palabra de Dios. Pero también fue cuando decidí que estos momentos de desesperación tendrían que llegar a un fin. Como hija de Dios sabia de un padre todopoderoso quien poco a poco me extendió sus brazos y me mostro un caminar nuevo, renovado y mi fe se fortaleció porque supe que Él estaba allí conmigo.
Pensando en las cosas que puede vivir este año puedo compartirles que estoy agradecida por todas las cosas que Dios ha permitido que allá visto o vivido. Porque en medio de la tristeza, amargura, perdida, lágrimas y desespero de muchos sin esperanzas, puede ver como Dios fortalecía. En medio de la angustia y clamor, vi la mano de Dios trayendo consuelo. Cuando no sabíamos que iría a pasar, y llegaron momentos de incertidumbre y miedo al mañana; Dios trajo esperanza y quitó miedos. Cuando las personas empezaron a guardar los papeles higiénicos, servilletas de papel, y hubo escasez de desinfectantes de Clorox y desinfectantes de mano; vi como muchos compartieron con sus familiares, vecinos y amigos. Cuando muchos se sintieron solos, encontraron amigos quienes trajeron alegría a sus vidas. Cuando muchos no tenían trabaja y fueron desempleados, ellos pudieron ver la provisión de Dios en sus vidas. En medio de una cuarentena obligada, me pude reencontrar con personas que fueron parte de mi vida. En medio del caos donde muchos luchaban por justicia y vencer el racismo; vi a una iglesia que se fortalecía y clamaba por paz. Saben que, Dios siempre estuvo y estará allí cuando realmente clamemos a Él.
Siempre habrá dos lados de la moneda, habrá momentos de felicidad y momentos de tristeza, siempre habrá personas que nos animen a seguir con nuestros sueños y otros quienes nos criticaron negativamente. En tiempo de tormentas en nuestras vidas sabemos que podemos contar con nuestros familiares, amigos y hermanos en la fe quienes nos apoyaran en momentos difíciles, pero será Dios que nos va a fortalecer cada día. No olvidemos saber que una tormenta es solo temporal, y que después saldrá un sol radiante y volverá a empezar un hermoso día.
Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad. Lamentaciones 3:22-23 (RV1960)

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